SOBRE EL CONCEPTO Y LA IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA



 

 

REVISTA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Año 5 l     Vol. 2 l     Nº 26 l     Valencia, Julio-Diciembre 2005

PP. 235-250

 

SOBRE EL CONCEPTO Y LA IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA

 

                  
                                  Autor: Gerardo Barbera

 

 

 

RESUMEN

Este trabajo es un ensayo filosófico en el cual se presenta un concepto de filosofía en donde la praxis y la teoría son partes esenciales de la misma. De manera, que solamente desde opciones radicales que distorsionan el quehacer filosófico se puede concebir la filosofía como una abstracción apartada de la vida real del filósofo y de la sociedad, de ahí su importancia como un proceso de formación de la conciencia reflexiva de los egresados de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo.

Palabras Clave: Filosofía, Praxis, Teoría.

 

 

THE CONCEPT AND IMPORTANCE OF PHILOSOPHY ABSTRACT

This philosophical essay presents a philosophy concept in which praxis and theory are essential parts of Philosophy. Only from radical options which distortion the philosophical praxis, Philosophy can be conceived as an abstraction aside of the philosopher and society's real life. As a result,

the importance of a conscience formation process for the future teachers of The Faculty of Education of the University of Carabobo.

Key words: Philosophy, Praxis, Theory.

 

l       Sobre el concepto de Filosofía

A lo largo de la historia de la filosofía de la cultura occidental, casi siempre se ha entendido la tarea filosófica de dos maneras distinta, que pueden ser complementarias entre , o si se toma una perspectiva de modo radical, entonces, ambas maneras de entender la tarea filosófica serían irreconciliables. De este modo, la filosofía puede ser concebida en primer lugar como saber sistemático y disciplinado dentro de los límites de la conciencia que conoce, o en segundo término, como un modo de vida, según la concepción del sentido de la existencia y de la razón de ser del universo.

De hecho, el filósofo ha sido considerado como una persona que posee un saber especial, y que en consecuencia, debería comportarse de un modo especial. Al respecto, Hessen (1978) expone lo siguiente:

Al primero de estos elementos lo distinguimos con la expresión concepción del yo; al segundo lo llamaremosconcepción del universo. La historia nos ha probado que existe una constante oposición entre los dos elementos. A veces sobresale uno, a veces el otro; y cuanto más se eleva uno, más desciende proporcionalmente el otro. Pero esto prueba ampliamente que los dos elementos pertenecen a su concepto esencial (p. 13)

En resumidas cuentas, la filosofía entendida como un saber especial y entendida como un modo de vida especial, son dos maneras de entenderla que han alternado y a veces han convivido; es decir, la filosofía se presenta como una teoría y como praxis de vida.

En efecto, en su mismo origen, la filosofía surgió como una forma distinta de entender el mundo desde la racionalidad, desde la explicación del porqué del universo; y también surgió como una escuela de vida según los principios de la misma filosofía racional.

Esta relación de praxis y teoría le es esencial a la filosofía, por lo tanto, la relación entre ambos elementos es un hecho que se da por mismo, con o sin la conciencia del filósofo de turno; es decir, nunca ha existido ni existirá planteamiento filosófico alguno ajeno a la praxis social; de igual manera, toda praxis siempre ha estado fundamentada en postulados y sistemas filosóficos, más allá de la conciencia de sus autores concretos; en definitiva, la unidad entre opción filosófica y praxis social es un hecho, no un deseo del filósofo.

 

Por consiguiente, la reflexión filosófica es teoría abstracta y vital. De manera, que frases como: Esa filosofía está por las nubes y no tiene nada que ver con la realidad concreta, Esa filosofía de fulano es pura paja..., Lo que importa es el mundo de la realidad y no el mundo de las ideas..., y muchas otras expresiones en donde se quiere restar importancia a las abstracciones ontológicas y metafísicas propias de las reflexiones filosóficas, carecen de sentido, y pueden mostrar un nivel alto de ignorancia en el tema de parte de quienes piensen a, o tal vez solamente repiten lo que escucharon de algunos de sus profesores, quienes muchas veces desde un pragmatismo radical e inconsciente, pretenden reducir la filosofía a reflexiones sociológicas.

De igual modo, aquellas frases en donde se desprecie lo concreto del mundo y de la existencia, en donde el mundo y la vida no son más que una prueba en función del mundo del más allá o de la próxima existencia astral, en donde la situación concreta es pura apariencia y la vida sólo tiene sentido en su realidad espiritual y fantasmal, también muestra un grado de desequilibrio de formación académica y filosófica.

Lo ideal es que la filosofía se convierta en ambas cosas para los filósofos, en un saber especial y en una forma de vida. Este sería la aproximación al concepto de filosofía: un saber racional y una vida fundada en ese saber. Dicho de otro modo, ambas dimensiones de la filosofía son verdaderas y se complementan. Finalmente, ambas dimensiones son inseparables.

En este sentido, Marías (1967) opina lo siguiente: Hay una indudable implicación en los dos modos de entender la filosofía. El problema de su articulación es, buena parte, el problema filosófico mismo. Pero podemos comprender que ambas dimensiones son inseparables, y de hecho nunca se han dado totalmente desligada (p.1). Por consiguiente, la filosofía se presenta como un saber explicativo y como una forma de vida fundamenta en ese saber; en efecto, la filosofía se postula como el saber que fundamenta el sentido de la vida.

 

Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza del saber filosófico? Las ciencias particulares, como la matemática, la física, la biología, las ciencias sociales, entre otras, pretender dar un conocimiento objetivo y exacto de una parcialidad de la realidad, de su objeto de estudio, el cual debe ser sometido al método experimental, con la finalidad de expresar resultados matemáticos de los hechos que estudian. Es por ello, que Rosales (1996) afirma lo siguiente: “Como modelo del conocimiento, la matemática ha inspirado a la razón a extender el conocimiento sin reconocer sus propios límites. Su certeza apodíctica y su poder deductivo han sido atributos de conocimiento verdadero (p.251). Sin duda, que la filosofía se plantea el problema del conocimiento más allá de la concepción científica del mismo, no pretende la objetividad de su saber, por lo menos, en el sentido científico del mismo, el conocimiento es un hecho que se da en la intimidad de la conciencia. Además, pienso que la ciencia persigue la utilidad del conocimiento, y la filosofía busca la verdad más allá del pragmatismo utilitarista.

Por otra parte, debe señalarse, que la filosofía occidental se presenta como la sabiduría o el saber por excelencia, por encima de cualquier otro tipo de conocimiento, ya que su objeto de estudio está conformado por el ser del hombre, el ser del universo, y el ser Absoluto. Dicho de otro modo, la filosofía se plantea dos grandes áreas: la ontología, o el estudio del ente en cuanto ente, y la metafísica que abarca lo trascendente al ente y fundamento último de la existencia del mismo.

Solamente desde una ontología y una metafísica como fundamento del saber, tiene coherencia la epistemología, la antropología filosófica, la ética, la lógica, las filosofías de la educación, de la ciencia, de la técnica, de la medicina..., y cualquier otra área del conocimiento filosófico, y en consecuencia, de cualquier conocimiento alcanzado por el ser humano, ya sea filosofía, ciencia, o religión; todo el saber humano se fundamenta en una ontología y en una metafísica determinada, que plantean una forma de vida, ya sea de manera explícita o implícita, sea la persona consciente o no de sus opciones metafísicas y ontológicas.

Ahora bien, estas dos grandes áreas del saber filosófico, la metafísica y la ontología, tenían su razón de ser en cuanto se convertían en principios de vida del mismo filósofo. En este sentido, Reyes (1992) comenta:

 

Los antiguos practicaron la costumbre de vivir tal y como enseñaron, despreciando al mundo y manteniéndose alejado de él. Su objeto de conocimiento no fue otro que el de llegar a comprender el universo. Vivían exclusivamente para su concepción filosófica, sin dejarse arrastrar a otras cosas que no fuesen del interés de su pensamiento (p.98)

Por consiguiente, cuando en la filosofía se habla de modo de vida, se trata de una vida fundamentada en el conocimiento filosófico, una vida teorética, que consiste en el esfuerzo constante por encontrar el sentido de la vida desde las razones filosóficas, que no se reducen a la comprensión intelectual, ya que lo racional trasciende lo meramente lógico e intelectual. Al respecto, Whal (1988) opina lo siguiente:

La filosofía es esencialmente una busca, una persecución del conocimiento, pero de un conocimiento que no es forzoso reducir a la comprensión intelectual. La meta de la filosofía pudiera ser algo más parecido a lo que ha llamado Alexander co-presencia con las cosas, Whitehead prehensión y Heidegger “ser en el mundo. (p.35)

Sin embargo, se hace necesario precisar algunos elementos acerca de la definición de filosofía; en este sentido, cabe señalar, que el términofilosofía deriva del griego y quiere decir amor a la sabiduría; en otras palabras, deseo de saber. Por esto, Maritain (1978), refiriéndose a la noción de la filosofía desde la etimología, señala lo siguiente:

Los filósofos se llamaban antiguamente sabios. Fue Pitágoras quien, fijándose en la sabiduría conveniente sólo a Dios, y queriendo, por consiguiente, ser llamado no sabio, sino amigo de la sabiduría, propuso el primero la palabra filosofía. No es una sabiduría infusa que se dé al hombre como una luz sobrehumana; tampoco es una luz espontánea e irreflexiva, ni una sabiduría que posea el hombre como un puro instinto de la naturaleza (p.9)

De esta manera, la filosofía es el conocimiento que conviene al hombre como consecuencia de su esfuerzo y de trabajo constante y perenne en busca de la verdad, con actitud de investigador constante.

Es por ello, que se puede definir la esencia de la filosofía, como un proceso sistemático de reflexión sobre el sentido de la vida, acerca de la naturaleza ontológica del universo, y sobre la posibilidad de lo Trascendente, que sealcanza a tras de una disciplina constante de estudio de la filosofía occidental que ha desarrollado a lo largo de muchos años de esfuerzo. Al respecto, Hessen (1978) define la filosofía del modo siguiente: La filosofía es un esfuerzo del pensamiento humano por lograr una concepción del universo mediante la autorreflexión de sus funciones valorativas teóricas y prácticas (p.14).

Sin embargo, se aclara que la dificultad del estudio de la filosofía comienza por su misma definición, no existe una única definición de filosofía, ni una definición que se pueda llamar la más completa. En efecto, a lo largo de la historia del pensamiento occidental han surgido infinidades de definiciones sobre la filosofía. En este sentido, Iriarte (1953) presenta un conjunto de definiciones de filosofía:

Para ir declarando lo que es filosofía, entresaco algunas de las definiciones dichas:

 

Platón la define: Conocimiento del verdadero ser o de las Ideas.

 

Aristóteles: Ciencia general del ser Ciencia de la verdad. Epicuro: Aspiración racional a la felicidad.

Séneca: Amor y anhelo de la sabiduría.

Cicerón: Conocimiento de las cosas divinas y humanas, de las causas y principios de las cosas.

 

Escoto: Consideración del ser en cuanto ser, esto es, de las cosas en su quididad.

 

Bacón: Comprender y dividir las nociones extraídas de las cosas según la ley de la naturaleza y las evidencias de las mismas cosas.

Locke: Conocimiento verdadero de las cosas.

Berkerley: Estudio de la sabiduría y de la verdad.

Kant: Ciencia de los altos conceptos del saber y del obrar. Fichte: Cognición de la cognición total.

Hegel: Consideración intelectual de los objetos Ciencia del Absoluto.

 

Cousin: El culto a las ideas.

Krause: La visión integral del ser y de la vida alcanzada en su más alto principio por medio de la razón (p. 64)

Finalmente, en cuanto al concepto de filosofía, generalmente se trata de un sistema de pensamiento racional, que pretende dar respuestas al ser del hombre, a la naturaleza del universo y a la posibilidad de existencia de lo trascendental. De allí pues, que el concepto o la definición que se tenga de la filosofía, condiciona el contenido de la enseñanza de la misma, o por lo menos la perspectiva desde la cual se enfocan los contenidos de las asignaturas del área de la filosofía.

No se trata, por lo tanto, de un área del saber en donde todos enseñan el contenido desde una visón homogénea, se trata de un área del saber que tienen que ver con la conciencia misma del educador, en cuanto a su concepción de persona, de mundo y de Dios, concepción general, que por muy abstracta que parezca, influye constantemente en el quehacer y existencia del educador. Por lo tanto, la enseñanza de la filosofía es en misma un problema que abarca la formación de la conciencia personal de los alumnos.

 

l       Importancia de la Filosofía.

Reflexionar acerca de la importancia de la Filosofía, dentro de una sociedad sumergida en el pragmatismo más crudo que se haya vivido a lo largo de la historia de la humanidad, puede resultar la tarea más absurda y sin sentido. Por consiguiente, profundizar en los contenidos filosóficos, desde una visión pragmática del conocimiento, puede resultar un esfuerzo que probablemente carezca de significado.

Por esto, las clases de filosofía pueden convertirse simplemente en un recuerdo insignificante de algún momento de la vida universitaria, donde un profesor cualquiera, habló de una asignatura del pensum de estudio, referente a cosas extrañas y ajenas a la vida real, no sólo de los estudiantes, sino de la casi totalidad del profesorado; tal vez, ajena y extraña de la vida concreta de los mismos profesores de Filosofía. Dentro de esta perspectiva, Gervilla (2000) expone la situación siguiente:

 

En cuanto a materia académica, en nuestros institutos y universidades, la filosofía no goza de atractivo, ni de especial interés para nuestros alumnos. La situación oficial actual, fruto de la reforma de la LOGSE, ha ocasionado, o quizás aumentado, el desprestigio y la enfermedad de la filosofía. Ello, a nuestro entender, es debido a múltiples causas o razones, entre las cuales es de especial relevancia la importancia personal y social dada a lo práctico, concreto, útil, inmediato, que deja sin valor, para muchos, cuanto no cae bajo su influencia (p.35)

En efecto, el pragmatismo conforma el paradigma valorativo actual, desde el cual se interpreta toda la realidad y todas las relaciones interpersonales. Sin duda, la utilidadse ha convertido en una enfermedad epistemológica, que fundamenta la razón de ser de todo cuanto existe, determina de manera fulminante el valor de todo cuanto nos rodea. Dentro de este marco, Gervilla (ya citado) manifiesta lo siguiente:

El problema no es nuevo. Ya Bertrand Russell alertaba del peligro del hombre práctico que sólo reconoce necesidades materiales, olvidando las necesidades del espíritu. Y Zubiri, en el mismo sentido, insistía en el cambio operado de las ideas de las cosas en el predominio actual del tacto, de lo material, de la realidad sin ideas (p. 35)

De esta manera, cuando hacemos contacto con cualquier persona, o con cualquier objeto, lo primero que nos preocupa es saber para qué sirve, y de ahí calculamos su importancia. Desde esta perspectiva pragmática, si la pareja no sirve, no tiene valor, y no vale la pena seguir atado a una persona que no sirve. Si el anciano no sirve, ya no tiene nada que hacer en este mundo. Lo que no sirve se desecha. Si el niño es un bebé no esperado, entonces no “sirve, estorba, por lo tanto hay que impedir su nacimiento. Hasta la fe religiosa tiene que servir para algo, si Dios no sirve, estorba. Si la fe no me da la paz”, o la tranquilidad, o el placer de sentirme salvo, no sirve, luego, es itil. El paradigma pragmático es terrible y cruel en sus conclusiones, no hace excepciones frente a su postulado de utilidad. El problema no es la teoría pragmática, sino el hecho de que este paradigma se ha convertido en la forma de vida que parece predominar en la sociedad actual; o por lo menos, parece ser la opción filosófica de mayor influencia.

Cabe señalar, que la fuente del pragmatismo consiste en el poder de su lógica interna: Lo que sirve tiene valor, lo que no sirve no tiene valor.

 

Y en honor a la verdad, parece lo más lógico del mundo. No tiene sentido querer o valorar lo que no sirve... sería ilógico. En este sentido, el pragmatismo se presenta como la culminación del paradigma positivista, en donde solamente se valora lo dado, la realidad de las cosas tal como son, lo concreto, lo palpable, sin importar otra cosa que lo material. En este marco de reflexión, Zubiri (1959) remarca la función epistemológica del positivismo, del modo siguiente:

Si en la antigüedad predominaba la idea sobre las cosas, la vista sobre el tacto, ahora predomina de tal suerte la cosa sobre la idea, que nuestro saber del mundo se va convirtiendo en un palpar las realidades sin verlas, sin tener ideas de lo que son. Frente al ideísmo sin realidad, un reísmo sin ideas. El positivismo es la culminación de este modo de saber: cosas son hechos, naturaleza es ley, y ciencia es experimento (p. 130)

En todo caso, se trata ahora de indicar los criterios según los cuales el pragmatismo determina lo que sirve, y descarta lo que no sirve. En primer lugar cabe señalar el bienestar económico que produce lo que se valora; es decir, si produce dinero, sirve, y es altamente valioso; por consiguiente, lo que no produce ganancias económicas, carece de valor. De este modo, se impone una ética de la función económica, lo bueno produce ganancia, lo malo o no produce, o produce pérdidas. Dentro de este orden de ideas, Barbera (2003), refiriéndose a la ética, como una asignatura filosófica, afirma lo siguiente:

¿Por qué la ética está de moda? ¿Acaso porque se siente la necesidad antropológica de profundizar desde la filosofía sobre el sentido de la vida? ¿Se trata de proponer o defender algún sistema ideológico de pensamiento? ¿Por razones de interés filosófico? ¿Por necesidad de sabiduría? Estoy convencido de que el lema crisis de valores se ha puesto de moda, de ahí la ética como tema de moda para la venta de libros. No existe ninguna otra razón. La cultura del mercado y de la ganancia se ha convertido en la esencia del quehacer de la filosofía de los intelectuales ignorantes (p. 35)

Evidentemente, desde esta perspectiva propia del pragmatismo, no tiene sentido dedicar la vida a una profesión que no produce ganancias económicas suficientes, ya que según el pragmatismo, el valor de cualquier profesión se mide por la ganancia económica que proporciona.

Por otra parte, se puede mencionar el placer como criterio de valor. Lo que produce placer, en todos los sentidos posibles del término, sirve, y por lo tanto, vale. De tal manera, que la vida se convierte en una cadena de momentos y situaciones placenteras, al extremo de que la existencia sin problemas, vivir en paz”, sin molestias, como quien tiene sueño y desea dormir lo más cómodamente posible, para despertar con suficiente energía para gozar de la vida, se hace el deseo vital más profundo. Por esto, la vejez se convierte en el temor supremo, como el fin de las posibilidades de una vida gozosamente sensual. Finalmente, es preferible la muerte a la vejez sin placer. Sin el placer la vida no sirve y se convierte en el mayor de los absurdos, en el verdadero infierno, la vida deja de ser un valor cuando no es considerada útil, ni placentera.

Es por ello, que el discurso ético sobre el valor de la vida, se convierte en un eco vacío y absurdo en una sociedad pragmática, hoy una vida cuesta menos que un par de zapatos. El pragmatismo conlleva a la vida por disfrutar más que el otro, en una batalla en donde el débil muere como basura itil y es arrojado a cualquier barranco. En efecto, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, la cultura occidental siempre ha tenido un desfiladero en donde arrojar despojos humanos, al viejo, al desempleado, al alcohólico, al enfermo mental, al marginal, al ignorante, en definitiva, a todo humano considerado inservible. En este sentido, la ética pragmática produce la muerte.

Ahora bien, en cuanto a las relaciones, se impone el dominio, ser el mejor, más que el otro, estar por encima de mis rivales. Todo lo que me dé más poder, sirve. La vida se convierte en una competencia sin cuartel, donde lo más importante es dominar y no ser dominado. Todos luchan por el éxito, no importa quien muera en el camino. Evidentemente, se propone el éxito personal como el sentido de la vida, en donde el éxito y el fracaso son casi mágicos, productos del poder de la mente. En tal sentido Ribeiro (1997), representante genuino de la ética y filosofía del dominio, en donde el marginado es el verdadero culpable de su situación, dada su debilidad mental, afirma lo siguiente:

 

Si usted tiene un juicio negativo sobre cualquier aspecto de mismo, con pensamientos de este tipo: No soy bueno para el deporte; No tengo suerte en el amor, Mi destino es ser pobre, ese juicio va a perseguirlo aunque cambie de país, de profesión, de religión, de pareja o de lo que sea. Y todo continuará sucediendo del mismo modo. ¿Sabe por qué? Porque todo lo que ocurre en el universo físico ha ocurrido ante en su mente. Esto funciona en los dos sentidos. Esto significa que usted puede cambiar a partir de su comportamiento o a partir de su pensamiento. Ya que el dueño de su voz interior es usted (p. 49)

Por otra parte, cabe señalar que el dinero, el placer y el poder, son realmente los criterios que el pragmatismo impone como fundamento de valor ético. Por consiguiente, todo cuanto existe gira en torno al Tener, al Placer y al Poder, elementos que componen la moderna Divina Trinidad, centro de adoración de todos los seguidores del pragmatismo radical.

Dentro de este paradigma, el conocimiento en general se concibe como un medio, una especie de escalera que nos lleva a conseguir las promesas del placer, del tener y del poder, se estudia y se investiga por razones pragmáticas.

De hecho, según el paradigma pragmático, un conocimiento que no tenga aplicabilidad inmediata, utilidad en el hacer, que no resuelva algún problema... no sirve...y si alguna asignatura académica no resuelve algún problema, lo coherente es eliminarla del pensum, ya que si no resuelve ningún problema, si no concluye en una destreza aplicable, si no mejora alguna conducta observable, realmente sería, según el pragmatismo, lo más itil que pueda existir.

De hecho, dentro del campo de la profesión docente lo que abunda son los promotores y defensores de pragmatismo a su más elevada expresión.

En todo caso, los adoradores del pragmatismo, en nombre de las necesidades reales, de la actualización, de la eficiencia construyen diseños curriculares actualizados”, en función de las exigencias concretas de la tarea educativa, y de la gerencia eficiente. Por lo tanto, las asignaturas que conforman el pensum, según el pragmatismo educativo, deben tener alguna utilidad bien definida, nada de teorías huecas que se quedan en el olvido.

Ahora bien, el resultado final puede ser un docente que se vive a mismo como un obrero de la educación, cuya única meta en la vida consistiría en trabajar para comer, y cuyo motivo de rebelión se reduciría a la lucha por unas cuantas monedas más, que le proporcionarían un tanto más de placer alienante.

El pragmatismo aliena, y cuando la adicción enfermiza se da en la dimensión cognitiva... el paciente no tiene remedio, se ha convertido en un adicto irremediable de las exigencias de una sociedad pragmática, consumista y violenta, en donde lo importante es alcanzar el éxito personal como símbolo del supuesto sentido de la vida; lo demás, poco importa.

Por consiguiente, sumergidos en el ambiente pragmático, la pregunta sobre la importancia, o si se prefiere, sobre el sentido de la filosofía en cualquier pensum de estudio se hace complicada, al constatar que el pragmatismo domina más allá del discurso.

Sin embargo, no obstante a lo que se pueda decir en un ambiente académico, en una reunión de profesores, durante una charla o conferencia, parece ser que la filosofía no termina de llegar al corazón de los miembros de la comunidad universitaria, y no me refiero a los alumnos solamente. La mayoría preferiría cambiar Teoría del Conocimiento por un curso de Autoestima; Filosofía de la Educación, por un taller de Organización de Lunes vicos”; y Ética del Docente, por un Taller de enseñanza de los Valores”.

Por otra parte, para colmo de males, todo el mundosabe filosofía, los psicólogos, los sociólogos, los orientadores, los educadores, los ingenieros, los médicos, y todos los investigadores de todos los niveles que puedan concebirse, saben filosofía. Ahora bien, a esta lista habría que añadirle todas aquellas personas que pertenecen o han pertenecido a cualquier grupo religioso o filosófico. De hecho, según estas personas, la filosofía es la vida misma, o el aire que respiramos”, o en términos curriculares, es un eje transversal omnipresente en todas las áreas del conocimiento. Dentro de este marco de ideas, Hessen (1957), presenta un comentario de Hegel, en donde se expresa la inquietud siguiente:

Esta ciencia tiene la mala suerte que aun aquellos mismos que nunca se han ocupado de ella se imaginan y dicen comprender naturalmente los problemas que trata, y ser capaces, ayudados de una cultura ordinaria, y en especial de los sentimientos religiosos, de filosofar y juzgar en Filosofía. Se admite que, respecto de las demás ciencias, sea preciso haberlas estudiado para conocerlas, y que sólo en virtud de dicho conocimiento se esté facultado para formular un juicio sobre ellas. Nadie duda de que para hacer un par de zapatos es preciso haber aprendido y ejercitado el oficio de zapatero, aun cuando cada uno de nosotros tenga la medida de su zapato en sus propios pies, y tenga manos, y con ellas la habilidad natural para dicho oficio. Sólo para filosofar no se necesitará ni estudio, ni aprendizaje, ni trabajo (p.12)

Es por ello, que el problema del pragmatismo académico, y de ahí la poca valoración de la filosofía, tiene su base en un principio gnoseológico de consecuencias antropológicas, cabe señalar, que la dimensión del hacer no es más que una necesidad analítica, cuya existencia es únicamente ideal. Es decir, en la realidad ontológica no existe tal dimensión del hacer. De hecho, el hombre sólo y exclusivamente es; el carpintero no es un hacedor de carpintería, es carpintero; resulta claro, con mucha más razón, que el educador es educador, y no solamente un dador de clases.

En este sentido, las preguntas podrían ser: ¿Qué importancia tiene la Filosofía como asignatura en el ser del educador?, o si se prefiere ¿Para qué le sirve a un estudiante universitario cursar asignaturas filosóficas?

Por lo tanto, la concientización de la importancia de la filosofía, dentro de cualquier pensum es un problema que puede ser captado y vivido de manera concreta en la experiencia de aula, y desde ahí, comenzar vivencias de concientización acerca de la importancia de las asignaturas filosóficas, como el elemento formativo que ayuda a los alumnos a encontrar las razones fundamentales de su ser como persona, y del sentido de la vida realizada como futuros profesionales.

Por otra parte, la pregunta fundamental sobre el ser del hombre y sobre el sentido de la existencia, no pueden pasarse por alto, o dejarla al encargo del azar de la vida. En efecto, en el caso de las vocaciones profesionales, los problemas existenciales conforman todo el soporte antropológico de la profesión elegida por los estudiantes. De allí pues, que ningún educador puede darse el lujo de ignorar la necesidad de darle sentido a la vida desde opciones transcendentales que la fundamenten. Evidentemente, en esto consiste precisamente la formación en cuanto al ser de la persona, sin una formación filosófica adecuada, el educador se convertiría en un obrero de la docencia. En este orden de ideas, Gevaert (1976) sostiene que los interrogantes antropológicos son esenciales y centrales para fundamentar el propio sentido de la vida, pensamiento que presenta del modo siguiente:

¿Qué es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? Estos y otros interrogantes por el estilo dominan todo el campo de la antropología filosófica. Han sido en todas las épocas y en todos los niveles de cultura, bajo formas y medidas diversas, los inseparables compañeros de viaje del hombre. Hoy se plantean con mayor urgencia a la conciencia de todo el que quiere vivir su existencia de un modo verdaderamente humano. En el conjunto de la reflexión filosófica estos interrogantes tienden a ocupar el lugar de preeminencia (p.11)

Dentro de este contexto de pensamiento, parece ser, a primera vista, que los interrogantes antropológicos pudiesen tener respuestas desde el conocimiento producido por la sociedad, dado lo especializado que se encuentra la ciencia, y dado el inmenso avance del mudo de la comunicación. Sin embargo, no es menos cierto, que cada vez el hombre se encuentra más solitario y perdido, sin tener fuente orientadoras, en cuando a sus problemas existenciales. En este sentido, Heidegger (1951), hablando de antropología filosófica, dice lo siguiente: Ninguna época ha sabido conquistar tantos y tan variados conocimientos sobre el hombre como la nuestra. Sin embargo, ninguna época ha conocido al hombre tan poco como la nuestra. En ninguna época el hombre se ha hecho tan problemático como en la nuestra (p.189)

Dicho de otro modo, en este contexto cultural, que hemos llamado tiempos de crisis”, la misma se plantea, no en cuanto a los conocimientos científicos, o sobre los alcances técnicos, sino simplemente en cuanto a la compresión del hombre en . El educador es humanista por esencia, se trata de alguien dedicado a la formación de las nuevas generaciones, quienes, además de exigirle dimensiones técnicas de la tarea educativa, esperan de sus docentes, verdaderas orientaciones de vida, de tal manera, que se puede afirmar, que la tarea educativa está en función del ser, lo que hace absolutamente necesaria, una adecuada formación filosófica de los egresados de la Universidad de Carabobo.

En su famosa obra “¿Qué es el hombre?”, Hourdin (1954) plantea el interrogante filosófico del modo siguiente:

¿Qué es el hombre? Cuestión banal, cuestión magnífica, cuestión eterna. Hace millones de años que los hombres se agitan por la superficie del globo como hormigas por un sendero del bosque, como mosquitos al lado de un estanque; y desde entonces millares y millones de hombres y mujeres se han planteado esta famosa cuestión. Lo han hecho incansablemente, con la misma angustia, con la misma insistencia, con el mismo sufrimiento. ¿Por qué nacemos a la luz del día? ¿Por qué amamos? ¿Por qué estamos destinados a desaparecer? ¿Por qué nos devoramos mutuamente?...Me parece que a tras de los caminos de la historia, por encima de la diversidad de pueblos y de razas, este interrogante del hombre sobre sí mismo es el que domina y se eleva sin tregua, sin descanso. Todo lo que dura, todo lo que une, las obras de arte como las religiones, tienen por objeto ofrecer un balbuceo de respuesta a esta inquietante, a esta perpetua cuestión (p124)

Finalmente, partiendo de la naturaleza y de la relevancia de las asignaturas del área de la filosofía, en función de la formación integral de los alumnos, el proceso educativo debe estar basado en el aprendizaje significativo, de tal modo, que la enseñanza de la filosofía basada en el aprendizaje significativo, debe permitir al alumno la participación activa en todo el proceso, la oportunidad de compartir sus experiencias y reflexiones con todos los participantes, y sobre todo, formar su conciencia de ser educador.

 

 

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